En este artículo quiero compartir contigo una idea que leí hace un tiempo sobre el «roommate interno» y que revolucionó mi auto conciencia y la elevó a nuevas alturas.
¿Te has dado cuenta que vives con un ‘roommate’ o compañero de cuarto que siempre tiene algo que decir?
Una opinión, un comentario, una queja, una observación, un humor sombrío, un alegato…
Siempre algo que compartir que en muchas ocasiones no sirve de nada.
A veces veo personas en la calle que pelean con un fantasma. Pelean y argumentan solos y suelo pensar que tal vez tienen alguna enfermedad mental.
Pero no veo la diferencia entre ellos y yo muchas veces.
Ambos argumentamos y escuchamos una voz incesante. Y como ellos, peleo constantemente. ¿La diferencia? En mí es una conversación interna.
Imagina que tienes un compañero de cuarto que jamás se despega de ti. A donde vas, él te acompaña. Y no lo hace en silencio. Siempre está hablando, opinando, emitiendo juicios de todo, diciéndote qué hacer.
Esta persona te dice constantemente quién eres, a dónde debes ir, qué pensar, qué descartar, qué escenarios futuros vendrán de los cuales tener miedo y ansiedad.
Imagina que quieres tomar una deliciosa ducha caliente en absoluta paz, pero de pronto este compañero aparece y empieza a hablar sobre lo siguiente que debes hacer, a quién debes llamar, qué arreglar, qué desechar, qué comenzar a hacer y un sinfín de “deberías”.
¿Acaso no puedes tomar un baño en paz?
Así sucede todo el tiempo.
Miro un paisaje maravilloso y de pronto:
“¡Qué bello paisaje, quisiera retener este momento en mi memoria! Hoy hablaré con mi mamá y le contaré. ¿Y si saco el celular y tomo una foto? No, mejor no. Mejor me disfruto el momento. Está haciendo un clima perfecto. Me encantan esas aves”…
¿Acaso esta voz interna necesita narrar todo lo que mi conciencia ya procesó? ¿Por qué verbalizar la experiencia?
Cuando tomas esta voz fantasmal que hay en tu cabeza y la conviertes en un ser humano que no deja de perseguirte y hablarte, te das cuenta de lo demente y complicado que es vivir así.
Si tuvieras una pareja que fuera así, ¿te gustaría estar con ella?
¿Cómo puedo quitarme esta voz de la cabeza y desalojar a este compañero de cuarto que es muchas veces tan fastidioso?
No puedes. Naciste con ella y morirás con ella. El ejercicio es observarla.
Por más espiritual que te consideres, esta voz siempre estará presente. Pero para que no haga estragos en tu vida hay que ser el observador consciente.
Reconocer que está allí. Dejarla hablar todo lo que quiera.
No importa si este compañero dice cosas lindas, feas, positivas, negativas, mundanas o espirituales. Sigue siendo una voz que NO eres tú.
Sigue siendo una voz con un único objetivo: restarte presencia, restarte paz, hacerte experimentar solo una ínfima parte de lo que es VIVIR.
Tú eres la presencia que nota, que sabe. Es la puerta a la profundidad de tu ser.
La misma voz que ha sido una fuente de preocupación, ansiedad y distracción, puede convertirse en un catalizador para un despertar espiritual.
La voz es incesante porque en vez de observarla, la alimentas. Estás de acuerdo con sus suposiciones y juicios. Le das las riendas de tu presente.
Pero cuando empiezas a observar y reconoces su dinámica, pierde su poder.
Con el tiempo solo se convierte en estática de fondo. Una estática cada vez más tenue.
Comienza a conocer al observador detrás de los pensamientos, de la voz, y empezarás a conocer uno de los grandes misterios de la vida…porque ¿qué o quién es el que observa?
Si tu vida y todo lo que vives es una obra de teatro…
¿Qué o quién está detrás del telón?
Mary
Casa La Felicidad
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